Por Katherine Rozas, presidenta del Regional Metropolitano del Colegio de Profesoras y Profesores de Chile – Editorial del Boletín Profe Metropolitano, edición octubre de 2025
La educación pública es mucho más que un espacio de aprendizaje: es el corazón de nuestra democracia, el lugar donde niñas, niños y jóvenes construyen su futuro y donde como sociedad decidimos el país que queremos ser. Y en ese corazón laten cada día las y los docentes, quienes con vocación y compromiso sostenemos las aulas, muchas veces en condiciones adversas.
Sin embargo, la docencia en Chile enfrenta una crisis estructural que no podemos seguir ignorando: la inestabilidad laboral. Durante años, miles de profesoras y profesores han debido trabajar con contratos a plazo fijo, renovados año tras año, sin ninguna certeza respecto de su continuidad. Esa precariedad no solo vulnera derechos básicos, sino que debilita el sistema educativo en su conjunto.
Hoy, en el Congreso se tramita un proyecto refundido que reúne tres iniciativas previas y que busca algo fundamental: establecer una ley de titularidad docente permanente. Es decir, que quienes cumplan con años de servicio en un mismo municipio, corporación o Servicio Local puedan acceder de manera definitiva a la estabilidad laboral que merecen. Esta medida no es un privilegio: es un acto de justicia con quienes han entregado su vida a la educación pública.
La urgencia es clara. Según datos recientes, entre 2016 y 2025 cerraron 460 programas regulares de pedagogía en el país. Al mismo tiempo, apenas el 4,6% de quienes ingresaron a la educación superior en 2025 optó por estudiar pedagogía, y el déficit proyectado alcanza los 33 mil docentes al 2030. Nos enfrentamos a un círculo vicioso: la inestabilidad espanta a nuevos profesionales, los que entran abandonan antes de cinco años por la falta de certeza, las universidades cierran programas y la escasez de docentes se agudiza.
Romper ese círculo depende de decisiones políticas valientes. Una ley de titularidad permanente sería un mensaje claro para las futuras generaciones: ser profesora o profesor en Chile es una carrera con estabilidad, dignidad y futuro. Sería, además, una señal potente de que el Estado valora a quienes educan y que entiende que sin condiciones laborales justas no habrá educación de calidad.
Como Regional Metropolitano, levantamos esta bandera con fuerza porque sabemos que en la estabilidad del profesorado está la clave para fortalecer la educación pública y garantizar el derecho a aprender de todas y todos los estudiantes. Nuestro compromiso es claro: seguiremos luchando por una ley de titularidad docente permanente, porque el futuro de Chile depende de que nuestras aulas estén habitadas por profesoras y profesores con certeza, vocación y esperanza.