En el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, recordamos a Marta Ugarte, profesora, militante y luchadora social cuyo brutal asesinato a manos de la dictadura refleja la violencia ejercida contra quienes soñaban con un Chile más justo. Su nombre simboliza la memoria de miles de docentes que resistieron el autoritarismo, y nos convoca a mantener vivo el compromiso con los derechos humanos, la democracia y la dignidad del profesorado y de toda nuestra sociedad.
Por Katherine Rozas, presidenta del Regional Metropolitano del Colegio de Profesoras y Profesores de Chile, y Luciana Cortés, encargada del departamento de Derechos Humanos, Mujer y Género
Este 30 de agosto, Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, rendimos homenaje a la memoria de la profesora Marta Lidia Ugarte Román, una mujer cuya vida y martirio representan tanto el compromiso de nuestro magisterio con la educación y la justicia social, como la brutalidad de la dictadura que buscó acallar esas convicciones.
Marta Ugarte nació en Santiago el 29 de julio de 1934. Fue profesora, secretaria de la diputada Mireya Baltra y una activa luchadora por los derechos del pueblo, particularmente en su rol como Encargada Nacional de Educación del Partido Comunista y jefa provincial en Santiago de la Junta de Abastecimientos y Precios (JAP) durante el Gobierno de Salvador Allende. Fue, en definitiva, una docente que entendió que enseñar no se limitaba al aula, sino que significaba también organizar, acompañar y comprometerse con la dignidad de las mayorías.
El 9 de agosto de 1976, Marta fue detenida por agentes de la DINA. Testigos aseguran que permaneció recluida en el centro de tortura Villa Grimaldi. Allí sufrió tormentos indescriptibles que terminaron por arrebatarle la vida. En un intento por hacerla desaparecer, su cuerpo fue arrojado al mar dentro de un saco amarrado con alambres. Pero el mar devolvió la verdad: el 9 de septiembre de ese año, su cadáver fue hallado en una playa de Los Molles. La autopsia confirmó lo que sus verdugos intentaron ocultar: Marta fue víctima de torturas inhumanas, de una violencia extrema que revela la crueldad de un Estado que convirtió la persecución política en política oficial.
La Comisión de Verdad y Reconciliación estableció que Marta Ugarte fue detenida y hecha desaparecer, infructuosamente, por agentes del Estado. Sin embargo, como sociedad seguimos en deuda: la memoria de Marta y de miles de detenidos desaparecidos nos recuerda que no puede haber justicia sin verdad, y que la impunidad —aunque se vista de silencios oficiales o de olvidos forzados— sigue siendo una herida abierta en nuestra democracia.
Hoy, como profesoras y profesores, afirmamos que la vida de Marta nos interpela. Ella encarna lo mejor de nuestra tradición docente: la entrega desinteresada, la defensa de la educación pública, el compromiso con los derechos humanos. Su muerte, en cambio, refleja lo peor de nuestra historia: la represión, la negación de la dignidad humana, el intento sistemático de destruir a quienes soñaron con un país más justo.
A 49 años de su crimen, no hablamos solo del pasado. Los horrores que sufrió Marta deben servirnos para pensar el presente y el futuro: ¿qué sociedad queremos construir?, ¿qué memoria transmitimos a nuestras y nuestros estudiantes?, ¿cómo transformamos la educación en un espacio real de respeto, de convivencia democrática y de no repetición?
Desde el Regional Metropolitano del Colegio de Profesoras y Profesores, mantenemos viva la memoria de Marta Ugarte. No solo como homenaje, sino como compromiso: sin justicia no hay democracia, sin memoria no hay futuro. En este Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas reafirmamos que cada aula, cada escuela pública, cada acción gremial, debe ser también un acto de resistencia contra el olvido y un ejercicio activo de defensa de los derechos humanos.